Leyenda sobre la Diosa Cibeles

Cuenta la leyenda que Melanión era un joven hermoso, de figura esbelta, cuyos brazos y piernas recordaban los pilares del templo de Zeus. Este joven de belleza sin igual, quedó prendado de Atalanta, una joven pastora, de mirada angelical, que si bien no era bella, su compañía llenaba de paz y serenidad al joven.
La fama de hombre valiente y hermoso, llegó a los oídos de la Diosa Cibeles, quien quedó prendada de sus encantos nada más verle. Difícil situación la de Melanión, que se encontraba entre la divinidad y la paz de espíritu. No podía rechazar a la Diosa Cibeles, pues la ofensa le alejaría del favor de los dioses, pero tampoco podía alejarse de la mujer que hacía que su día a día y su existencia tuvieran algún sentido.
Atalanta y Melanión, continuaron viéndose en secreto. Así lo hicieron durante algún tiempo, ya que no podían estar el uno sin el otro, aunque el destino del joven estaba ya decidido.
Cibeles, una tarde, los vio abrazados una tarde… cerca del lago. ¿cómo era posible que aquel a quien había designado como su “predilecto” estuviera con otra mujer? Llena de ira, Cibeles, los transformó en leones. Y los condenó a vivir desterrados… pero más tarde se apiadó de ellos. Sus corazones desprendían un amor puro y sincero; y aunque su confianza y su amor, habían sido traicionados, hasta ella entendió que hay cosas contra las que no se puede luchar.
Reflexionó, y aunque no estaba dispuesta a perdonar, dejó que sus corazones estuvieran juntos para siempre. Desde entonces los leones tiran del carro de Cibeles. El más hermoso y fuerte es Melanión… el otro, es Atalanta. Sus corazones estarán juntos por la eternidad, tirando del carro de la culpa, por la traición a la Diosa Cibeles. Aceptan su castigo, puesto que están juntos por siempre jamás.
Moraleja: El amor es más fuerte que cualquier circunstancia. No hay nada que pueda destruirlo, ni siquiera el peor de los castigos.