Consultorio sexual

He descubierto con asombro, que en los periódicos y revistas, aun siguen existiendo secciones dedicadas a las consultas sexuales. Sin ir más lejos, en un periódico que me entregan cada día a la salida del metro, he visto que se hacían consultas a una sexóloga. ¿Por qué me sorprende? La respuesta no creo que os cueste mucho, a los más entraditos en años, que me leéis. Antes (y no hace tanto de esto), el obtener cualquier tipo de información a nivel sexual, era más una labor del “corre, vé y dile” que una información 100 % segura y contrastada.
Sin embargo, hoy por hoy, la educación sexual se imparte en los colegios, se experimenta a edades más tempranas, y raro es el adolescente que no ha tenido ya, su primera relación sexual.
En mi caso en concreto, fui de las afortunadas, y la información que me dieron mis padres, no fue “tenemos una abejita, y una florecita…….”, sino que puedo presumir de unos padres a la vanguardia de los tiempos, que me ofrecieron una educación sexual, de primera calidad. Eso no quiere decir que yo lo sepa todo, ni mucho menos, pero tampoco me asusté (como hubo casos en mi generación…) cuando me llegó mi primera menstruación. Sabía lo que era, y estaba preparada a nivel psicológico (aunque no dejó de ser una faena… ).
Recuerdo especialmente a una niña de unos 14 años, que una mañana sin más, me la encontré llorando desesperadamente en el baño del instituto. No tenía ni idea de lo que la pasaba, pero su llanto era tan desconsolado, que me arrimé a ella y la pregunté si podía ayudar. No os podéis imaginar mi cara, cuando me dijo. “Me estoy muriendo. No paro de sangrar… imagina por donde….”. Reconozco, que no pude evitar una sonrisa. Intenté tranquilizarla explicando que aquello que la sucedía era completamente normal “¿No te han dicho tus padres, que nosotras tenemos la regla?, mujer, no te estás muriendo…” Me costó un buen rato convencerla de que aquello que la ocurría, era “natural” y que la sucedería una vez cada 28 ó 30 días.
Fui a mi mochila, y… oh oh… ¿compresa o tampón? Mi decisión en aquel momento era clara… si no tenía ni idea de lo que era la menstruación ¿cómo iba a explicarla como se ponía un tampón? Le lleve un par de compresas y le expliqué cómo debía ponérselas (más que nada, porque no estaba yo muy segura de que no fuera a probar poniendo el adhesivo hacia arriba…).
Cuando llegué a mi casa, y le conté a mi madre, mi pequeña anécdota del día, ella no podía creer que hubiera aún madres, que no explicaran a sus propias hijas que tarde o temprano, tendrían que menstruar (aunque solo fuera eso, sin más detalles sobre que los niños, no llegan de París….) Estamos hablando de los años 80. No era raro encontrar secciones en las revistas, que se dedicaban a “ilustrar” a los adolescentes. ¿ quién no recuerda el Nuevo Vale? Para muchas mujeres de aquella época, era el libro de consulta ideal. La gente preguntaba cosas de lo más variopintas, y el que leía podía encontrar todo tipo de información. (A mí también me sirvió de distracción. A carcajada limpia acabábamos algunas veces, mis amigas y yo, cuando se preguntaban auténticas “burradas”… que las había).
La pregunta que he leído en el periódico que comentaba, era la siguiente: “¿Cómo puedo evitar que mi novia, desee hacerlo todos los días entre 4 ó 5 veces?” Y he pensado… como cambian los tiempos…. En los 80, si alguno de los chicos hubiera encontrado una mujer así, hubiera pensado ¡!! Eh, me ha tocado la lotería!!!. Sus preguntas eran más del tipo: “¿Cómo puedo convencerla para que se acueste conmigo? Je…. Los tiempos cambian … ¿o no?