Dan… un chico con poca suerte.

Dan, era el diminutivo de “Danone”. En el colegio le había apodado así, por su físico escultural, muy similar al de los actores del anuncio de esa marca de yogurt.
Dan, no era buen estudiante, pero a base de cabezonería, logró terminar el colegio (era de los que decía: “Esto no va a poder conmigo”). Pese a su edad, sabía que obtener el graduado escolar, le pondría mil y una trabas a la hora de conseguir un buen puesto de trabajo. No quiso dejarlo entonces y continuó un poco más.
Le encantaba la juerga, salir los fines de semana, y tomarse unos litros de cerveza en el parque cercano al lugar de estudio. Era un habitual en el “mus” de la cafetería… Cuando llegaban los exámenes de febrero, se le veía a todas horas en la biblioteca… ¿qué pretendía… milagros después de no haber dado “ni chapa” durante todo el curso? Efectivamente, eso pretendía. La semana anterior al primer examen, nos volvía locos a todos, pidiendo apuntes, haciendo preguntas…. Y las que siempre le tendían una mano, eran las mujeres ¿qué mejor oportunidad de estar con un “guaperas” semejante, que quedar para darle los apuntes?.
Ese par de semanas, su aspecto físico pegaba un giro de 180 º. Las ojeras le llegaban a las rodillas, y no era capaz de mantener una conversación inteligente más de 10 minutos seguidos. Los resultados al esfuerzo, eran los esperados: “Suspenso”. A ninguno de nosotros nos extrañaba el resultado… eso sí, había que oir a la madre: “No entiendo como ha suspendido, se ha pasado horas y horas estudiando. Es cuestión de mala suerte. ” (dos semanas antes… ya) Eso puede hacerse cuando tienes una gran facilidad para memorizar y comprender aquello que estás leyendo… pero aún así, sin dar ni chapa durante todo el curso escolar, es francamente un milagro, que alguien apruebe.
Cuando por fin logró terminar 3º de BUP, su misión era la de encontrar trabajo. Le oías hablar, y parecía que iba a encontrar el mejor trabajo del mundo. Estaba ilusionado, con ganas de emprender una nueva experiencia en el mundo laboral. Quería tener su dinero, poder salir los fines de semana sin decirle a su padre: “Dame dinero, que me voy de cañas”. Estaba muy motivado.
Semanas después nos lo encontramos. Estaba teniendo “muy mala suerte”, no le salía ningún trabajo. Nosotros no podíamos entender que con la predisposición con la que contaba, no encontrara nada. Pero nada de nada. Ni siquiera un posible puesto, al que decir que no. Le animamos lo que pudimos….
Un par de días mas tarde, me lo encontré en la calle. Eran aproximadamente las 12 de la mañana.
- “Dan, ¿Dónde vas?”
- “ Voy a una fábrica del polígono, que me han dicho que buscan gente”
Me extrañó la hora. Pero pensé que venía del INEM, y que ellos le habían comentado que fuera a esa fábrica. Al día siguiente me lo encontré. Más o menos a la misma hora… Iba a una empresa del polígono a echar el C.V.
Durante varios días me lo encontré sobre la misma hora. Al parecer, lo de madrugar, lo llevaba muy mal, y era a partir de las 12, cuando se dedicaba a buscar trabajo. A esas horas, cuando llegaba a las empresas, las posibles plazas libres, ya estaban ocupadas… Estaba teniendo “muy mala suerte”.
Moraleja.- La suerte, no viene a levantarte de la cama, la suerte hay que buscarla. A quién madruga, Dios le ayuda. Quien algo quiere, algo le cuesta.